Suchiate, Chiapas — A bordo de una lancha modesta y armado solo con una red, Walter González, pescador de 54 años, recorre los ríos Suchiate y Cahoacán no en busca de peces, sino de cuerpos. Originario de la comunidad La Isla, su labor cotidiana se ha transformado en una tarea silenciosa: recuperar restos humanos arrastrados por la violencia que azota la frontera sur del estado.
Desde hace más de siete años, Walter ha sido testigo directo del horror que dejan el crimen organizado y el tráfico de personas en estas aguas. Él mismo ha hallado cuerpos sin cabeza, con extremidades cercenadas o ya en avanzado estado de descomposición. En muchos casos, ha sido él quien alerta a las autoridades o da sepultura digna a los restos ignorados por el sistema.
Solo en los últimos meses, entre mayo y julio, al menos seis cuerpos han sido encontrados. Uno de los casos más impactantes ocurrió cuando solo el torso fue recogido por las autoridades; el resto quedó en manos de la comunidad. A pesar de un operativo reciente con más de cien elementos desplegados, los hallazgos siguen ocurriendo. Incluso, en julio, balseros grabaron el momento en que una cabeza humana flotaba entre la corriente del Suchiate.
Para Walter, la violencia no ha disminuido. “Antes era cada semana, luego se calmó… pero ya está regresando fuerte”, cuenta. Sus palabras no solo reflejan el miedo, sino también el abandono de comunidades enteras que viven entre la impunidad y el silencio.
Su trabajo, aunque no oficial, es un acto de resistencia. En un Chiapas marcado por la migración, el crimen y el olvido, Walter representa a quienes no miran hacia otro lado cuando el río habla.
Más Noticias
Llaven Abarca se reúne con Madres en Resistencia tras denuncias de agresión policial
“Madres en Resistencia” exigen justicia y respuestas ante desapariciones en Chiapas
Mil mesabancos llegan a Tuxtla: Gobierno de Chiapas y Fundación Coppel equipan escuelas